Ofelia, chica porno, habla desde una cabina dedicada al peep-show.
Horacio, lisiado, tullido, envarado a causa de un aparato ortopédico,
habla desde el almacén donde vive y donde tortura a muñecas de trapo. Le
habla a esas muñecas de trapo y sufre.
"OFELIA.-
Las mujeres desnudas somos como los muertos. Nadie puede dejar de mirarnos. ¿Qué tendrán nuestros pezones y el pico peludo de nuestro vientre? Qué cosa fatídica. Irremediable. Qué pestilencia. Y qué tendrán los ojos que miran y miran y miran. Y si no estoy muerta no me queda más remedio que estar desnuda. Estoy desnuda porque no estoy muerta. Aquel día a punto de matarme y sin bragas. Sin bragas. Allí empecé a trabajar. Todas las cabecitas mirándome. Igual que ahora. Cabecitas. Otra moneda, otra, otra, otra, mírame, mastúrbate, echa monedas hasta que me desnude del todo y te ensucies la mano, mírame, mastúrbate, mírame desnuda para que pierda la vergüenza cuando entre en la sala de autopsias."
Las mujeres desnudas somos como los muertos. Nadie puede dejar de mirarnos. ¿Qué tendrán nuestros pezones y el pico peludo de nuestro vientre? Qué cosa fatídica. Irremediable. Qué pestilencia. Y qué tendrán los ojos que miran y miran y miran. Y si no estoy muerta no me queda más remedio que estar desnuda. Estoy desnuda porque no estoy muerta. Aquel día a punto de matarme y sin bragas. Sin bragas. Allí empecé a trabajar. Todas las cabecitas mirándome. Igual que ahora. Cabecitas. Otra moneda, otra, otra, otra, mírame, mastúrbate, echa monedas hasta que me desnude del todo y te ensucies la mano, mírame, mastúrbate, mírame desnuda para que pierda la vergüenza cuando entre en la sala de autopsias."
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