Perro muerto en tintorería comienza justo con la expansión de una nueva epidemia de miedo, como si el Nosferatu de Murnau acabara de desembarcar entre los hombres. Todos tienen miedo pero no saben de qué. Estaban acostumbrados a temer a un enemigo común y ahora, una vez
aniquilado el enemigo común, se temen a sí mismos, no saben cómo
gestionar sus deseos. La perfección del nuevo sistema, fundamentado también en la represión
moral, despierta en los protagonistas una necesidad imperiosa de error,
de catástrofe, demandan crímenes, ya no pueden vivir sin horrorizarse,
reclaman lo corporal con violencia y sólo encuentran alivio a su
angustia en el sexo, en lo absolutamente concreto. Una de las obras más polémicas y sorprendentes de una autora tan difícil de clasificar como es Angélica Liddell.
"EL PERRO
Soy un puto resentido y un puto inadaptado.
Soy un puto actor que hace de perro,
por una puta vez en su puta vida,
después de las cucarachas,
en un Teatro Nacional
porque un perro cobra más que un puto actor."
[DESCARGAR AQUÍ]
No hay comentarios:
Publicar un comentario